Después de un fin de semana intenso, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, reapareció después que el Grupo Wagner pusiera en jaque su poder y realizara una marcha con destino a Moscú.
Este martes Putin condecoró a un grupo de militares rusos que estuvieron involucrados en maniobras para frenar las acciones de Wagner. Estos, según el mandatario, “detuvieron una guerra civil” porque “protegieron el orden constitucional, la vida, la seguridad y la libertad de nuestros ciudadanos, salvaron nuestro país de conmociones“.
La rebelión se inició en la noche del viernes. La maniobra, liderada por el jefe del grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, involucró el cruce hacia Rusia mediante una “marcha por la justicia” hacia Moscú. Esta acción se realizó después que Prigozhin denunciara el bombardeo a sus tropas por las Fuerzas Armadas de Rusia. Tras paralizar la rebelión, Prigozhin se exilió en Bielorrusia mientras que las causas penales en su contra se paralizaron por orden del Kremlin.
Nadie es héroe
De alguna manera, la rebelión fue paralizada gracias a las mediaciones del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko. El líder declaró que “pasamos por alto la situación, y luego pensamos que se resolvería sola, pero no se resolvió… En este caso nadie es un héroe: ni Putin ni Prigozhin”.
Lukashenko calificó de “doloroso” el enfrentamiento entre Wagner y el Kremlin, y que “no me esconderé. Ha sido doloroso ver los últimos acontecimientos en Rusia. No solo para mí sino para muchos ciudadanos. Porque la patria es sólo una”.
Por último, Lukashenko advirtió que “si Rusia colapsa, quedaremos bajo los escombros y moriremos todos”.