En una nueva edición de Stock Disponible de Canal VíaX, y a casi 25 años de la detención de Pinochet en Londres, el periodista Freddy Stock conversó con el jurista español Baltasar Garzón sobre el proceso judicial que enfrentó el dictador el año 1998, las presiones políticas, su mirada de Chile a 50 años del golpe y las críticas que recibió tras ser homenajeado en España por el Presidente Gabriel Boric.
El reconocimiento presidencial “Fue un acto político”
“En primer lugar, me sorprendió. Me agradó, no voy a decir que no. Yo al presidente Boric no lo conocía, lo conocí en ese mismo momento. De hecho, yo estaba afuera de España, estaba en Estocolmo, y, cuando me lo dijeron pues agradecí la deferencia y volví de Estocolmo donde estaba con mi mujer y fuimos al acto. Yo agradezco, pero no comprendo bien lo que ha sucedido después”, declaró Garzón.
“Quizás es que hay que ser chileno para comprenderlo. Como español para comprender que a veces los españoles estamos demasiado desquiciados. Bueno, yo creo que (el reconocimiento) es un acto político, evidentemente, a una persona que tuvo un papel, un rol, en la historia. Pero siempre digo que yo no merezco ningún reconocimiento, yo hice lo que tenía que hacer. Pero si me lo han dado, pues, yo agradezco y punto. No quiero molestar a nadie”.
Stock: ¿Y qué le diría a los detractores en Chile? Gran parte de la oposición señaló que usted no podía recibir esta medalla. Una de los argumentos es que usted había apoyado a Bolivia en la causa ante la Haya.
“Ellos tienen un problema. Yo creo que la extrema derecha, la derecha es demasiado intolerante con todos aquellos que ellos creen que no piensan como ellos. En mi relación con Chile, y lo he dicho más de una vez, y a lo largo de esta entrevista, creo que lo he dejado de manifiesto, hay un amor profundo por Chile, por todo lo que significa y una vinculación con España muy clara (..) Y no creo que eso se enturbie porque, si yo no recuerdo mal, lo que yo he dicho en el conflicto del agua de Bolivia y de Chile, es que dos pueblos hermanos tenían que encontrar la vía para ponerse de acuerdo. Y desmentir algo que esa derecha, o extrema derecha, afirma: yo no fui defensor ni representé al Estado Plurinacional de Bolivia en ningún momento, en ninguna causa relacionada con este tema. Y a parte de esto, pues, si consideran que no merezco ese reconocimiento, pues, me parece muy bien, estamos en una democracia”.
¿Cómo ve a la derecha actual?
“Son momentos muy complejos, peligrosos. No es solamente la derecha y la extrema derecha, sobre todo la extrema derecha latinoamericana la que está resurgiendo. Hay otros países europeos que esto se está produciendo. Otros países de Latinoamérica como fue Brasil con Bolsonaro. Pero hay un elemento común en toda esta dinámica que fue la doctrina Trumpista, sobre todo a través de Steve Banon que incluso se trasladó a Europa para crear y generar la Internacional de extrema derecha, es decir, que se están moviendo, sin lugar a dudas se están moviendo, pero es que los discursos son tan vacíos, son meramente emocionales, van a las tripas pero es falso”, comenta Baltasar.
“Las dinámicas posteriores demuestran la falsedad. Lo que me preocupa es que la gente, por estar desesperados, crean en estas afirmaciones, en estas doctrinas, y ahí entra la responsabilidad de los progresistas, la responsabilidad de la izquierda que tiene que reaccionar, que tiene que demostrar que las únicas políticas que pueden sacar a un país como Chile, como España, son esas políticas de igualdad, de integración de aceptación de la diversidad, de acortar la diferencia entre la brecha social, de amparar a los más vulnerables. Es que no hay otra”, asegura Garzón.
50 años del golpe y la actitud de la oposición
“No es una celebración, es una conmemoración. Conmemorar significa memoria. Lo que no puede hacerse es negarse esa memoria, o tratar de redefinir la historia. En Chile, como en España, en el 36, hubo un golpe militar y civil, que fue contra un régimen constitucional. Mal se pueden llamar republicanos quienes quiebran la legalidad, o no reconocen esa ilegalidad del golpe militar”.
“En la actualidad, habría que hacer una profunda reflexión que creo que no se está haciendo. Las encuestas que salen presentan a la ciudadanía como bastante ajena a esta conmemoración, y eso es peligroso porque lo peor que puede haber en una democracia frente a hechos de esta naturaleza es la indiferencia. El creer que eso es cosa del pasado, incluso, justificarlo, como hay más de un 32% que justifica el golpe, o, incluso, hacer responsable a Salvador Allende de ese golpe. Esa dinámica comunicacional brutal que se viene haciendo desde hace tiempo, no solo aquí, sino que en muchos países a través de las grandes corporaciones, es muy peligrosa para la democracia y lo digo con total humildad pero con contundencia. Yo creo que todos los responsables deberían hacer esa reflexión”.
“No es cuestión de revisar, no es cuestión de buscar más responsabilidades. Las que sean tienen que ser determinadas judicialmente porque no defendieron al Estado. No defendieron al Estado quienes dieron ese golpe, sino todo lo contrario. Y hasta que eso no se asuma, va haber un grave problema en este país y en cualquier otro país. En el mío es similar: todavía, más de 80 años después, estamos recién aprobando una ley de memoria democrática de 19 de octubre de 2022. Y la derecha, o la extrema derecha, lo primero que ha dicho en su campaña electoral es que si llegaba al poder, derogaba esa ley. Bueno, entonces, ¿Qué pasa con las víctimas?”.
¿Debería EE.UU. pedir perdón a Chile?
“Eso sí que es una acción extraterritorial que hace Estados Unidos frente a todo. Consideran legitimados para ir contra todos y no permite que nadie vaya contra ellos. No solamente que se disculpe, es que hace mucho tiempo lo tendría que haber hecho y tendría que haber rendido cuentas ante la justicia. La actuación de la administración Nixon, en el caso del golpe de Estado en Chile, no fue ni inocente ni inactiva, sino que todo lo contrario. De esas acciones vinieron todas las consecuencias posteriores que conocemos hasta el día de hoy disfrazadas de otros mecanismos”.
Víctor Jara y los responsables de su muerte
“Es impresionante. Marcó toda una época y sigue marcándola. Para nosotros, para mi generación, en España, Víctor Jara es un referente y todo lo que supuso su detención, su asesinato, y ahora, aunque sean 50 años después, por fin la justicia, que no se caracteriza por ser muy ágil cuando es un derecho, finalmente ha establecido, cerrado el círculo de impunidad que se había establecido en torno a este caso y otros muchos. Finalmente, el 28 de agosto ha habido una sentencia definitiva por parte de la Corte Suprema donde se reconoce la culpabilidad de varios militares en su absurdo asesinato, porque fue el asesinato del arte, del trovador, del cantor. No sé qué tienen los golpistas que siempre van contra la cultura y contra todo aquello que nos hace pensar e, incluso, ser más ciudadanos“.
El estallido social y los delitos de lesa humanidad
“Ese proceso, varias organizaciones, tomamos una decisión de plantear una denuncia ante la fiscalía de la Corte Penal Internacional por los hechos acontecidos en el llamado estallido social, y no se admitió en su tramitación por parte de la fiscalía diciendo que los tribunales, la justicia chilena estaba actuando y tenía la opción de actuar. ¿Qué significa esto en el lenguaje de la Corte Penal Internacional y del Estatuto de Roma? Y es que no puede haber una actuación por parte de esa Corte Penal Internacional si están actuando los tribunales interiores, locales. Pero queda vigilante. Si en algún momento no se produce esa investigación real, efectiva, solvente, de acuerdo con el debido proceso de reparación de las víctimas y descubrimientos de los responsables, habrá la opción de volver a producir esa iniciativa. De modo que, lo que hay que hacer, aquí, y es lo que se mantuvo desde el principio, es estar muy vigilantes y exigir que los mecanismos judiciales chilenos actúen”.
“Me encontré con una insatisfacción social y con una violencia desmesurada. Con una acción en contra de los propios jóvenes y personas de toda índole y de toda estirpe y condición que estaban protestando contra la inoperancia de un sistema que sentían que no les representaba. Yo creo que fue un momento de crisis que después se extendió a otros países de Latinoamérica, y que hubo claros abusos de la fuerza, y eso es lo que hay que sancionar, y no sancionar a quienes estaban defendiendo sus derechos. En todo caso, que las acciones sean lo suficientemente claras y con todas las garantías para que quede perfectamente definido qué es lo que ocurrió”.
La detención de Augusto Pinochet en Londres
“Digamos que era mi obligación como juez y también como persona. Es muy difícil discernir entre lo personal y lo profesional y, en este caso, es evidente que tomar una decisión de ese calibre no era fácil, pero a la vez, era muy fácil. Era inevitable una vez que, ante el juez, en este caso yo que ejercía como tal, se presenta esa decisión. Es el decir: sí o el decir no. Decir no, no hubiese supuesto graves problemas para casi nadie. Decir sí suponía estar en parte de la legalidad, de las víctimas, en contra de la impunidad, en contra de la criminalidad, en contra de quien había cercenado los derechos ciudadanos de todo un pueblo, y hacerlo con la ley a través del instrumento de la jurisdicción universal y dentro de la ley”.
“No había otra opción para mí. El juez es un servidor público, y como servidor público tiene que responder. Y, en ese momento, ante mí había una persona que se le imputaban crímenes de genocidio, de terrorismo, de torturas, lo que hoy denominamos crímenes de lesa humanidad, y víctimas que no habían sido reparados, que no habían encontrado justicia. En este caso, había que tomar esa decisión, y la tomé“.
“Chile siempre ha sido un referente para nosotros y para España en particular. No en vano Chile, a través de Pablo Neruda y las autoridades de la época, tuvo un papel relevante después de la guerra española, acogiendo a miles de personas como en el caso del Winnipeg y otros similares, nos acercaron definitivamente al pueblo chileno”.
“Centrándolo en lo que era aquel momento, y la figura de Salvador Allende, era un momento para España en que todavía estábamos en dictadura, era la dictadura del general Franco. Estábamos sometidos a unas leyes muy estrictas de privación de derechos, y era esa bocanada de aire fresco que se veía y que veíamos cómo ese avance hacia la igualdad, hacia el socialismo sin violencia con respeto, con apoyo a los trabajadores, con ese sustento popular que representaba la política de Salvador Allende era como un faro. Un faro que se cercenó, se apagó brutalmente. Se asesinó la democracia el día 11 de septiembre de 1973 y produjo un efecto catártico en nosotros, en los jóvenes”.
“Yo, apenas tenía 17 años, cumplía 18 el 26 de octubre de 1973, estaba iniciando la universidad en Sevilla, Andalucía, y bueno, salimos en la medida que pudimos a las calles. Nos enfrentamos, a partir de ese momento, con la policía que nos reprimía con severidad. Fue un toque de atención muy importante. El asesinato de tantas personas, de tantos seres humanos como supuse, y la desaparición de consecuencia de ese golpe de Estado, caló mucho en la sociedad española hasta un día en que, quizás por el azar, quizás porque las víctimas nunca dejaron de buscar y de impetrar justicia, recalaron en la audiencia nacional de España y, al amparo del principio de jurisdicción universal, encontraron una respuesta. No toda la respuesta, pero al menos en ese momento, fue una respuesta que daba un aliento para continuar avanzando en esa lucha contra la impunidad“.
Sobre las presiones en el caso Pinochet: *“Sin lugar a dudas que hubo presiones. Claro, hubo presiones de índole política, de índole social, de índole diplomática, el Gobierno chileno, aunque, digamos, extraoficialmente, no mostraba ningún apego a la liberación de Pinochet, oficialmente estaba muy incómodo. Era lógico porque era una situación compleja pero realmente cualquier juez que sufra presiones son tales si cedes a ellas. Si las confrontas, no tiene relevancia. Amenaza, puede haberlas, las hubo, pero mi obligación como juez era cumplir.”*
Stock: ¿Amenazas de dónde recibió usted, señor Garzón?
“Bueno, amenazas escritas, amenazas o tipo de coacciones de gente que se sentía incómoda que te comunicaba o, en algún momento, algún viaje que te encontrabas con problemas, e incluso tener que suspender alguno familiar porque había informaciones de que algunas personas podrían estar detrás de algún tipo de acción. Bueno, es lo de siempre. Es la dinámica de los cobardes”.
“Es más fácil defenderse ante la justicia, aceptar la justicia, que tratar de acabar con el juez. Porque vendría otro, vendrá otro siempre. La justicia se renueva y aunque depende quienes la administran, pero siempre, en algún momento, va a haber jueces como aquí los hay, como los hubo en ese momento con el juez Guzmán Tapia que dieron todo para seguir adelante. No era una cruzada por parte de personas contra otra persona, era simplemente intentar que la justicia se pronunciara sobre hechos muy graves, con contenido criminal que, hasta ese momento, no se había producido”.
Stock: Llamó la atención y sigue llamando la atención las actuaciones de miembros del Partido Socialista, en la defensa de Augusto Pinochet. A la luz de la historia, y en medio de esta conmemoración de los 50 años, ¿Cómo las ve ahora?
Garzón: “La historia pone a cada uno en su sitio. Y, en definitiva, yo no me siento un actor importante en esta historia porque lo que hice fue cumplir con mi obligación y lo volvería hacer”.
“La protección diplomática no es verdad que se aplique a los ex jefes de Estado, o parlamentarios fuera de su estricto ámbito de ejercicio. Quedó de manifiesto por el comité de la cámara de los Lores, la más alta instancia, también en el tribunal supremo español porque la protección se limita a determinar si las instituciones del Estado que no era el supuesto. Yo actué de acuerdo con la legalidad y no me guiaba ningún otro interés, más allá de la investigación de esos crímenes y la reparación a las víctimas a través de la justicia. Si todos entendiéramos que esto es así, no habría problemas (…) Bien, de eso se trata. Se trata de poner cerco a la impunidad“.
¿Qué hubiese pasado si Pinochet hubiese sido extraditado a España?
“Estoy con plena seguridad de que se habrían aplicado las normas del debido proceso con todas las garantías. Fíjese que la causa por la cual Augusto Pinochet es devuelto a Chile era su situación médica, en base a unos informes médicos que no se dieron a conocer y que fue gracias a la petición de los jueces belgas porque, en mi caso, la embajada española no cruzó mi petición. Eran los últimos momentos y había ciertas tensiones entre el poder judicial y el poder ejecutivo en España. Pero finalmente esos dictámenes pudieron ser estudiados por mí y yo nombré a siete especialistas para que los estudiaran. Y todos con un informe unánime dijeron que estaba en condiciones de ser juzgado solo con algunas cuestiones de tiempo y de espacio para que, con razón a la edad, como cualquier otro ciudadano, se le tendrían en cuenta. Bueno, pues… para mí es mucho más simple. Los problemas geopolíticos, políticos, diplomáticos, no me corresponde a mí analizarlos. Yo creo que pueden ser perfectamente compatibles. Lo ideal es que se le juzgara aquí, y aquí no se le logró juzgar solo y exclusivamente falleció el día 10 de diciembre de 2006, el día de los Derechos Humanos“.
Stock: ¿Primó más el poder político que la justicia?
“Hay que tener en cuenta que estábamos en un proceso de extradición, y el proceso de extradición en España, y también en Gran Bretaña, es mixto. Es mixto judicial y político. Se puede ganar una extradición, pero después hay una decisión política de entregar o no entregar. Esa es la ley. Por tanto, hay que respetarla. ¿Qué se varió en este caso? Esa decisión política se produjo antes de que la decisión judicial se pronunciara inicialmente porque es cierto que no había terminado el proceso, pero en octubre de 1999, ya el juez Ronald Bartle había dicho sí a la extradición. Estábamos en periodo de apelación. Pero ya había habido una decisión favorable a mí petición de extradición. Por tanto, la decisión política a posterior hay que aceptarla, nos guste o no nos guste.”
Pinochet y su llegada en silla de ruedas
“Recuerdo que, a parte del impacto personal de una historia anunciada que sabía que iba a producirse, hice una especie de apuesta con los informadores que había siempre en la audiencia nacional. Les dije: con toda seguridad el senador Pinochet, cuando llegue a su país, no se va a quedar en la silla de ruedas. Va a salir andando y me equivoqué en una cosa: y lo hará vestido con el traje de general. Alguien me dijo, tiempo y años después, que esa posibilidad se barajó. ¿Por qué? Porque era la reafirmación de decir: me han humillado durante tanto tiempo en la justicia extranjera de dos países, pero yo estoy ahora en mi territorio, y vuelvo a reivindicar. Es decir, esa soberbia de desprecios hacia la justicia iba hacia esos dos sistemas judiciales pero también hacia el propio. Diciendo: estoy de nuevo aquí otra vez, y nadie me va a tocar. Se equivocó porque sí, se avanzó en las investigaciones por la fuerza de las víctimas y porque, insisto, hay jueces que a costa de su seguridad y su futuro profesional, hacen lo que deben de hacer los jueces: ser servidores públicos y cumplir con su deber“.
¿Cómo recuerda la muerte de Pinochet?
“Pinochet no se va en la impunidad. La reparación a través de la justicia, de las víctimas, comienza desde el mismo momento en que se abre una causa judicial, y deja de existir cuando esa causa judicial se cierra y no se investiga. Pero toda la investigación que se adelanta la simple comparecencia judicial de una víctima, el que vea que el juez, el fiscal, atiende sus demandas, escucha, oye, y le presta atención con una idea de buscar esa justicia, ya es reparación. Y, en este caso, Pinochet respondió ante la justicia en un proceso de extradición, respondió aquí a las acusaciones, se le sobreseyó la causa por sus problemas de salud, después se le volvió a reaperturar después de aquella historia con una televisión de Miami que dijo que estaba perfectamente, y ahí volvió otra vez la justicia. Es verdad que hay un intento de burlar, sistemáticamente, la justicia. Pero, la justicia yo creo que hizo… quizás podría haber sido más célere, pero, en todo caso, no se fue impune. Estoy seguro, y convencido, que lo único que impidió ese enjuiciamiento fue su fallecimiento”.