Desde el Festival de Toronto el actor chileno, presente con las películas “Los Colonos” y “El viento que arrasa”, se lamenta por el bullying digital que recibe en RRSS el director chileno y en especial debido a su última película “El Conde”, ganadora en Venecia y donde Castro, de nuevo, tiene un papel crucial.
La frase se le sale a la directora argentina Paula Hernández. “El barón del cine latinoamericano. Así le dicen a Alfredo Castro en España”. Y la cineasta y autora de “El viento que arrasa”, una celebrada cinta que se estrena en el Festival de cine de Toronto en curso justamente protagonizada por Alfredo Castro, lanza una risa cómplice al actor chileno.
Alfredo Castro, sentado a su lado para las series de entrevistas acá en Toronto, asiente con la cabeza y solo ríe para sus adentros.
“El viento que arrasa”, producción argentina dirigida con pericia por Paula Hernández, es una de las dos cintas protagonizadas por Castro presentes en esta edición del festival de Toronto. La otra es “Los Colonos”, de Felipe Gálvez y la carta chilena a los premios Oscar en la categoría mejor película extranjera. En un festival de Toronto sin estrellas de Hollywood (debido a la huelga) nombres de alto vuelo de otras latitudes, como América Latina, han ocupado de esta manera el interés de la prensa internacional.
“El viento que arrasa” es una delicada película sobre un pastor evangélico, interpretado por Alfredo Castro, que queda detenido en medio de un paisaje rural argentino junto a su hija tras el malfuncionamiento del auto que los transporta. Ambos se topan con otro padre, junto a su hijo, y la historia se transforma en una película de cámara, con solo cuatro personajes, para estudiar y analizar la relación padre-hijo y para desentrañar el legado de los progenitores sobre el destino de su prole. Y lo hace desde muchos puntos de vistas. Sociales. Éticos. Religiosos. Y más.
“Alfredo fue de los primeros actores que me vinieron a la cabeza”, dice la directora de “El viento que arrasa” Paula Hernández para justificar la elección del actor chileno en este nuevo protagónico suyo en el cine latinoamericano. “A mí me gusta mucho verlo en los distintos trabajos. Siempre tiene una entrega, muy emocional, muy lúcida. Digamos, cómo juega algo de la ambigüedad. Me parece un actor inteligente en las decisiones que toma”.
Y el piropo no es para nada gratuito. Tanto en “Los Colonos”, donde interpreta a un despiadado hacendado patagónico de inicios del siglo XX, como en “El conde” (haciendo de un mayordomo torturador) y en “Lo que el viento arrasa”, su capacidad camaleónica es una de sus marcas de fábrica. Cambia de registro de manera contundente y se ha convertido en una cara obligada del cine hecho en nuestra región.
“Claro, en Madrid la prensa de allá me puso ‘El barón del Cine Latinoamericano’”, explica Alfredo Castro sobre esta reputación ganada a costa de años de hacer cine de altísima calidad. “Mi narcisismo es cero y me interesan los proyectos y la gente y el afecto y las historias. Yo empecé muy viejo a hacer cine. Tenía cerrado mi capítulo como actor. Quería dedicarme al teatro y dejar la televisión y ver cómo podía vivir del teatro cuando surgió Pablo Larraín en mi vida. Y se me abrió un mundo que nunca lo esperé”.
Todo empezó con “Tony Manero”, de Pablo Larraín y su paso por Cannes en 2008. Allí Castro hizo de un imitador de John Travolta en “Fiebre de sábado por la noche”. La película fue un éxito y los medios franceses llamaron al actor chileno el “Al Pacino latino”. Desde ese momento el actor no ha parado en su ascenso en el cine latinoamericano. Y tiene claro que es fruto de un trabajo acucioso, disruptivo y con mucho riesgo.
De hecho, también usa esos adjetivos para referirse a la película “El Conde”, recién ganadora al Mejor Guion en Venecia y en donde el actor da vida a una versión distópica del torturador condenado a un milenio de presidio Miguel Krassnoff. “Me parece tremendamente merecido el premio en Venecia. ‘El Conde’ trasciende el me gusta, no me gusta. Posee un valor artístico demasiado importante como para desmerecerla. Entonces que el jurado de Venecia haya sabido atender al valor de la obra me parece de lo más justo. La película es arriesgada, potente, disruptiva. Entonces es muy merecido el premio y me duele profundamente que en Chile Pablo Larraín sea tratado de tan mala forma. Encuentro que tú lees los post en Chile y son espantosos y alguna crítica, entre comillas, lo ha tratado pésimo. En cambio afuera el 80% de la crítica es a favor. Están vueltos locos por la película y me parece que algo nos está pasando”.
En este sentido Alfredo Castro apela a una cierta falta de humanidad para referirnos al otro. Al rival. Al que piensa distinto. “La pérdida de humanidad, de cariño entre los seres humanos es algo gravísimo”, dice apasionadamente. “Yo estoy muy por el afecto, por el cariño, por el respeto, por la ética. Y me pasó eso al interpretar a Salvador Allende”.
Recordemos que el actor además da vida al presidente de la Unidad Popular en la serie de TVN “Los mil días de Allende”. “Allende era justamente eso: un político con una ética basada siempre en el respeto, en la igualdad, en la justicia, en los derechos humanos, en los derechos sociales para todo el mundo. Comprometido por un proyecto que era difícil de hacer, pero era el único proyecto en el que un gobierno socialista llegaba al poder democráticamente. Y para mí fue muy emocionante interpretarlo. Tanto, que en un momento tuve que salir del set a llorar. Lo digo literalmente porque me emocionaban sus palabras cuando yo debía decir uno de sus discursos”.