A nivel global, se ha evidenciado un alza de los casos de sarampión, una enfermedad que por décadas ha estado bajo control e incluso erradicada en algunos países, pero que ahora nuevamente genera preocupación. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2022, alrededor del 83% de los niños de todo el mundo recibieron una dosis de la vacuna contra el sarampión antes de cumplir un año, siendo el porcentaje más bajo desde 2008. Ese mismo año, 37 países experimentaron brotes de gran magnitud, frente a los 22 países registrados por la OMS en 2021.
Al respecto, el médico-cirujano y académico de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Jorge Ramírez, señala una serie de factores que han contribuido a este escenario y apunta principalmente a la capacidad logística de cada país para asegurar la vacunación de su población. “Los conflictos internos al interior de los países, los ciclos económicos con periodos de recesión, de hambruna o sequía a nivel global, impiden mantener las campañas de vacunación contra enfermedades que han estado a punto de eliminarse completamente en el mundo. Se ha visto que este es uno de los temas más relevantes, ya que cuesta muchísimo mantener los recursos asociados a estas campañas de vacunación en algunos países cuando enfrentan las dificultades que te he mencionado”, explica.
Al mismo tiempo, otro de los motivos que ha contribuido al descenso de la inmunización de niños ha sido la pandemia de COVID-19. La doctora Vivian Luchsinger, académica del Programa de Virología del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, observa que “durante la pandemia bajaron las coberturas de inmunización en todas partes, pero en algunos países más que otros. Eso contribuye en varias cosas, desde las dificultades de llevar los niños a vacunar y los equipos de salud que obviamente estaban enfocados en lo que era la pandemia”, sostiene.
Si bien son distintas las razones que han permitido esta alza de casos, la doctora Luchsinger es enfática en plantear como única solución al aumento de cifras y muertes por sarampión, la vacunación en edades tempranas. “Lo que evita la vacuna es precisamente que se enfermen del sarampión, pues si bien se puede desarrollar como una enfermedad sin mayor consecuencia, en algunos casos puede ser una enfermedad grave e incluso hay algunos niños y niñas que mueren por sarampión”, advierte la investigadora del ICBM.
De fácil prevención, pero sin cura una vez contraído
El sarampión es una de las enfermedades más graves y contagiosas para el ser humano. Antes de la implementación de su vacuna en 1963, se estimaba que era el causante de unos 2,6 millones de muertes al año, siendo los niños los más afectados, de acuerdo a datos de la OMS. Tras la implementación de la vacuna estas cifras bajaron considerablemente, evitando 56 millones de muertes entre 2000 y 2021, según indica la organización internacional.
Sin embargo, la baja inmunización que existe actualmente en la población infantil genera un escenario cada vez mayor de muertes y contagios a causa de esta enfermedad, que se puede transmitir por contacto con gente o superficies infectadas e incluso por aire. Así lo advierte la doctora Mariela Muñoz, jefa del servicio de pediatría del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, quien señala que tan solo se necesita de una persona contagiada para generar un brote masivo. “Si hay alguien que no tiene la vacuna puesta o es menor de un año y no está inmunizado, eventualmente podría contagiarse en una sala de espera, en un local de comidas o en cualquier tipo de institución”, indica la pediatra.
A nivel sintomatológico, el sarampión se caracteriza por unas erupciones en la piel, generalmente en la cara y en la parte superior del cuello. Sin embargo, como señala la doctora Vivian Luchsinger, su mayor complicación es la baja de defensas en el cuerpo producto de la infección causada por el virus. “Se ven con frecuencia infecciones bacterianas posteriores que pueden llegar a ser graves (…) No hay ningún tratamiento efectivo y no hay ninguna forma de combatirlo una vez que uno desarrolla el sarampión”, enfatiza la viróloga.
Es por ello que el llamado sigue siendo el de la vacunación, que en Chile se realiza a través de un esquema que consiste en dos dosis, una al año de edad y otra a los tres años. El doctor Jorge Ramírez añade, además, que esta vacuna también se utiliza para enfermedades como la rubéola y la parotiditis. “En general, sobre el 90% de las personas que no se han vacunado desarrollan la enfermedad (…) Es muy transmisible en poblaciones que no se encuentran vacunadas, a diferencia quizás de otras enfermedades”, asegura el académico de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile.
Desde 1964, Chile ha mantenido de forma casi ininterrumpida programas de vacunación contra el sarampión y 1993 es considerado el año en que se logró erradicarla de forma endémica en el país. Este logro, destaca la doctora Mariela Muñoz, se mantiene cada año gracias al Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI) del Ministerio de Salud. “Cuando un paciente tiene nueve meses y todavía no tiene su vacuna del sarampión, en Chile tenemos la recomendación del PNI de que el paciente pueda ir a cualquier consultorio a ponerse la vacuna antes del año”, informa la pediatra del Hospital Clínico de la Universidad de Chile.
Esta instancia incluso posee distintos programas de refuerzo para ampliar la cobertura nacional y para quienes no alcanzan los primeros plazos de vacunación. “Es muy importante que, al igual que en otras enfermedades, se cumpla con la cobertura según los calendarios que están establecidos en las campañas, que son anuales (…) Esa es la importancia de la vacunación a temprana edad, la posibilidad de que no haya casos graves o incluso la muerte”, concluye el doctor Jorge Ramírez.